jueves, 3 de enero de 2008

Una de vecinos

Un fenómeno curioso que se ve mucho en los telediarios en cualquier época del año, y que no me termino de explicar, es el de preguntar a los vecinos de alguna persona que ha cometido algún delito importante, véase un asesino en serie, véase un terrorista, véase Paquirrín.

Como este fenómeno no es único de aquí, si no que se da en todo el mundo. En el programa "TV Nation", que conducía hace ya unos años Michael Moore, idearon una especie de experimento para comprobar que de verdad no conocemos a quien tenemos al otro lado del tabique. Lo que hicieron fue alquilar una casa, la típica casa americana con su jardincito y demás, y meter allí a vivir durante unas semanas a un actor con las pintas más desarrapadas posibles. Después, pusieron al vecindario a prueba.

En primer lugar se dedicaron a comprobar la tolerancia al ruido de los vecinos, montando escandalera a altas horas de la madrugada utilizando herramientas mecánicas, o disparando una escopeta a las cuatro de la mañana. También manchó de sangre las paredes, tanto interiores como exteriores de la casa, y para terminar, durante días el actor tuvo que hacer un enorme hoyo en el jardín a pico y pala de madrugada, donde llegó a enterrar diez bidones de doscientos libros en su interior.

Para ir un poco más allá, colgaron una pancarta en la que invitaba a los niños del vecindario a una fiesta, pero preferiblemente debían ir "sin acompañar por un adulto"; nadie llamó a la policía.

Lo mejor fue comprobar al cabo de unas semanas, al acabar con estas "pruebas", la opinión de los vecinos sobre el nuevo "inquilino", si habían visto algo raro en el número 666 (hasta cambió el número de la casa, y el cartero ni se inmutó). La mayoría dijo que algo habían visto, pero que no les parecía bien meterse en la vida de los demás. Incluso hubo alguien que llamó a la policía porque la música satánica de nuestro "asesino" estaba demasiado alta, pero como no aparecieron por allí, decidió pasar del tema. Vamos, que podía haber pasado de todo (y nada bueno), y quizás nunca se hubiera descubierto el pastel.

Así que la próxima vez, si en el telediario se ahorran a la señora con los rulos y la bata de buatiné diciendo que el asesino en serie que vivía puerta con puerta de ella era una persona maravillosa, eso habremos ganado.

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