jueves, 20 de noviembre de 2008

Me indigno

Me encanta la publicidad. No creo que sea un secreto, solo hay que echar un vistazo a la cantidad de posts que he dedicado en este mismo blog a anuncios de todo tipo, que sobre todo destilaban una originalidad y un ingenio dignos de mención. Pero de todo tiene que haber en esta vida, y por su puesto la publicidad no iba a ser una excepción.

De las cosas que detesto en este mundo, hay dos que me parecen especialmente sangrantes. La primera es la hipocresía. Puedes hacer el mejor anuncio del mundo (y este que hay aquí abajo es realmente bueno), pero lo que debes hacer es intentar engañar a la gente tan burdamente. Que alguien en Repsol quiera hacernos creer que, por arte de magia, la petrolera española se ha convertido en una especie de ONG, solo tiene un nombre: pornografía.




La segunda de las cosas que no me gustan en la publicidad es que me traten como si fuera tonto. O como si creyeran que me conocen por hacer una gruesa generalización de la “juventud”. El publicista encargado de parir este anuncio debe pensar que la gente todavía va por la vida diciendo “Ok, makey”, y que nos tratamos de colegas...



Y la frase de “yo he conseguido un trabajo serio y voy en zapatillas...” es para coger al pavo y correrle a gorrazos hasta el día del juicio final.

En fin, como dice el refranero español, “de todo ha de haber en la viña del Señor”.

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