Como contrapunto a los biocombustibles, estos dos son ejemplos claros de lo que, a mi juicio, es el verdadero futuro de la automoción.
El primero de estos exponentes es el Honda que podéis ver abajo, que funciona con un motor eléctrico que obtiene su energía de la mezcla de oxígeno e hidrógeno, y que tiene por único residuo... agua. Haber, hay dos problemas: el primero, la cadena de distribución de hidrógeno a nivel de “gasolineras”, ya que por ahora solo existe en el sur de California; y el segundo, la producción de ese mismo hidrógeno, que necesita de altas cantidades de energía que de algún lado hay que sacar, pero que aún así, resulta mucho más ecológico que un coche con motor de combustión.
Honda FCX Clarity
El segundo coche en cuestión es esta preciosidad, el Tesla Roadster. Prodigio de ingeniería, este coche es completamente eléctrico, y se recarga enchufándolo a la red. El truco: unas baterías como las de los móviles o los portátiles, a una escala superior, por supuesto. ¿Y que se consigue con esto? Pues una autonomía de unos 500 kilómetros, una aceleración de 0 a 100 km/h en 4 segundos y una velocidad punta superior a los 200 km/h. Y además es fácil de conducir (está basado en la estructura del Lotus Elise), y es realmente bonito. Claro que todo esto se paga: 90000 dólares la unidad, y tiradas muy limitadas, de manera que solo estrellas de Hollywood como George Clooney se lo pueden permitir... por ahora.
Y es que la estrategia comercial de Tesla es sencilla, pero muy inteligente: primero hacemos un modelo caro y exclusivo, de manera que mientras se mejora la tecnología, los beneficios se reinvierten en un módelo algo inferior, estilo BMW serie 5, bastante más barato, pero de gama alta, para que los nuevos beneficios financien un modelo de entrada a un nivel más “democrático”.
Yo sinceramente, espero que les salga bien. Y así igual me compro un coche y todo, de aquí a 10 años...
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