A veces me resulta chocante como el haber sufrido una dictadura sigue influyendo en la gente, seguramente de forma inconsciente, aunque hayan pasado ya más de 30 años desde su caída.
Quizás sea por eso que la gente mayor, que en su juventud las pasó putas, se lanza como aves de rapiña cada vez que escuchan “gratis” después de lo que sea. Eso lo entiendo. Lo que me cuesta más entender es como esa misma palabra ejerce ese mismo influjo sobre el resto de nosotros, y es que somos los números uno en piratería de toda Europa Occidental; y antes nos tiraremos de un puente, que renunciar a ver algo por la cara.
También lo digo porque después de pasar tantos años sufriendo a aquel personajillo ferrolano y la tan conocida censura, ahora es imposible intentar regular de alguna manera cualquier ámbito de la vida, aunque sea necesario hacerlo, como puede ser el caso de la televisión, en la que la llamada “autoregulación” no ha servido de nada, y la telebasura sigue campando a sus anchas día sí y día también.
Y si no que le pregunten a Svetlana.
lunes, 3 de diciembre de 2007
La ley del péndulo
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